Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia
insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y
la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del
momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o
crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes
ha brillado ante los ojos de su espíritu.